La masculinidad es un conjunto de características, valores y comportamientos que una sociedad impone como el "deber ser de un hombre". Los hombres construyen su masculinidad, es decir, aprenden a comportarse como tales de acuerdo con el lugar y momento histórico en el que viven. Así por ejemplo, un hombre de la sierra de Chiapas se comportará diferente a otro que vive en el desierto de Chihuahua. En nuestra sociedad mexicana, el modelo tradicional masculino es el que define cómo deben sentir, pensar y comportarse los hombres. Dicta las normas de lo que les está permitido y prohibido hacer. Impone una manera rígida de comportarse, basada en aspectos de poder, violencia y estar siempre dispuesto a las relaciones sexuales; características que el hombre debe mostrar y reafirmar constantemente, es decir, siempre debe estar demostrando que es un hombre. Entre algunos de los atributos que el varón debe poseer para considerarse como un verdadero hombre están: poderoso, fuerte, rudo, competitivo, dominante, triunfador, seguro de sí mismo. Además, como lo masculino debe ser lo contrario de lo que se considera femenino, el hombre tiene prohibido manifestar emociones como la ternura y la delicadeza, o sentimientos de debilidad como el llanto, el miedo y la inseguridad. Aunque en nuestra sociedad se espera que un hombre llegue a pensar, sentir y actuar conforme a un modelo de lo masculino, es difícil que algún hombre llegue a cumplir con todas esas exigencias. Sin embargo, cada hombre tiene la capacidad de decidir si está de acuerdo con los patrones de conducta impuestos, o bien, prefiere vivir su masculinidad de manera diferente; de tal manera que no hay una, sino muchas masculinidades.